
Aquí naciste... en esta pequeña casa al costado del río, en la que el sol brillaba y abrigaba como en ningún otro sitio... Aquí comenzaste a andar, entre balcones de flores y el sonar del río, entre aires altos y nieves muy blancas, entre árboles gigantes y caballos...
Dios me regaló el milagro de ser madre para que llegaras al mundo, y desde el primer instante tú me has regalado con todo tu ser esta sonrisa que me nace desde el alma y que jamás se apaga... Gracias.
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