jueves, 2 de julio de 2009

Esos viajes por trabajo la estresaban... Bajó del automóvil casi corriendo. Las llaves en la cerradura apresuradas tocaron el mismo tintinear de siempre. Pronto cerró la puerta tras su espalda y se encontró en su universo... que gozo, cuánta paz.
Como cada día apoyó la maleta al lado del perchero, el abrigo en la silla, su cartera sobre la mesa y el manojo de llaves arrojado iba a parar al modular.
Se acomodó en el sofá mientras se despojaba del suéter, las botas, se aflojó el jean y suspiró casi extasiada por esta simple rutina que tanto placer le ocasionaba... encendió el fuego para calentar agua... sin prisa alguna se asomó a la ventana, afuera el mundo, ruidoso, confuso, atropellado, demasiado apurado para su gusto... y otra vez respiró profundo, feliz de estar en su remanso...
Abrió la ducha, dejó correr el agua, se sentó en el borde de la bañera y tomó el periódico del revistero... sus ojos de repente confundidos entristecieron su rostro, se alteró su mirada... La noticia hablaba del trágico accidente, un convertible negro, el barranco, la niebla, una hermosa mujer, al regreso de la ardua jornada, había encontrado presurosa la muerte cayendo al precipicio...
Al tiempo que arrojó el periódico como si hubiera visto un monstruo escuchó la puerta de calle y ruido de llaves, alguien se dejaba caer en el sofá, luego unos pasos... primero hacia la ventana... después a la cocina... y segundos más tarde la puerta del baño se abrió, en un mar de lágrimas entró él secándose el rostro con sus manos, sorprendido al ver el agua que corría y corría en la bañera cerró el grifo, se arrodilló abatido en un rincón, tomó confundido el periódico que yacía en el suelo y se marchó llorando, harto ya de sufrimiento, de que su mente y sus sentimientos le jugaran estas malas pasadas...

1 comentario:

Anónimo dijo...

whatever but with the nice thought...


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